La Virgen de la Antigua

                  El culto a la Virgen de la Antigua, patrona de Mestanza, se remonta al siglo XIV. Así lo acredita la datación de su torso de madera policromada. La cabeza, las manos y el 20190402173646_001Niño se perdieron con el paso del tiempo, siendo los actuales del siglo XVIII. Por tanto, el torso de la Virgen es el objeto más antiguo que nos han legado nuestros antepasados. Tiene nada menos que 700 años. Hace tiempo, pude contemplarlo de cerca. Quedé fascinado por los suaves pliegues de su manto, recogido para sostener al Niño sobre el brazo izquierdo. La túnica, de tonos ocres, tiene un escote redondo enmarcado por una guarnición cuadrada de color rojo que era conocida como orfrés en la Edad Media.

                  En el siglo XIV, el Valle de Alcudia era una región muy famosa. Una de las obras cumbre de la literatura española, El Libro de buen amor, escrito hacia 1330 por Juan Ruíz, Arcipreste de Hita, ya cita “el campo de Alcudia e toda Calatrava”. Tras la expulsión definitiva de los musulmanes en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), muchos castellanos del norte peninsular se asentaron en nuestro pueblo. Aquellos hombres trajeron sus costumbres y sus creencias. Fueron ellos quienes introdujeron la devoción a la Virgen de la Antigua. Al parecer, se trataría de una advocación castellano-leonesa. De hecho, en León se encuentra el pueblo de La Antigua, con un templo dedicado a esta virgen y una talla del siglo XII.

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              La ermita medieval de la Virgen se construyó en el paraje de La Vera, en el mismo sitio donde se levanta la ermita actual, en el término de Solana del Pino. Fue erigida en el siglo XIV para dar cobijo a la imagen recién tallada de la Virgen. La primera silosmención a la ermita de la Antigua la encontramos en el Bulario del papa Benedicto XIII (el Papa Luna). En una misiva fechada el 21 de abril de 1412, el papa ordena al arzobispo de Toledo que ratifique la donación del “eremitorio de Mestanza” hecha por don Lope Carrillo, comendador calatravo de la villa, al clérigo abulense Fernando Alfonso, pues “desea consagrarse allí al Señor en unión de otras personas”. Todavía pueden verse las ruinas de sus viviendas y del silo donde aquella congregación almacenaba los cereales. Como era usual en la Baja Edad Media, el silo tiene forma cilíndrica y está escavado en el terreno con una profundidad algo superior a un metro.

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La Cofradía de la Virgen de la Antigua aparece documentada por los visitadores calatravos en 1510, lo cual la convierte en la hermandad viva más antigua de Mestanza. La celebración del Voto, por su parte, aparece descrita en 1569:

Los vecinos de la dicha villa de Mestanza tienen por devoción ir (…) a la dicha ermita cada un año por el dicho día. [Ese día] dicen la misa, [y también dicen] misa al otro día siguiente, y comen en ella, y lo que en esto gastan lo contribuyen entre todos sin gastar cosa alguna de la renta de la dicha ermita. Y que esta es cofradía que tienen hecha los vecinos de la dicha villa por su devoción.

En un documento de 1603, el rey Felipe III autorizaba al Concejo de la Villa a dar “limosna y caridad” hasta la cantidad de 10.000 maravedís en cada uno de los tres días 20190418_233023de fiesta que se celebraban en honor de la Virgen: el domingo de Pascua y otros dos días en agosto por la Asunción de María. Más tarde, el Voto pasó a celebrarse el lunes de Pentecostés y no fue hasta hace poco que pasó a festejarse el último domingo de mayo. En 1905 se decidió trasladar la imagen a la Iglesia de San Esteban, si bien se siguió celebrando la romería en la Vera de la Antigua. Según contaban nuestros abuelos, la imagen se dejaba sobre una piedra en mitad del río Montoro, en el conocido como “Vado de la Virgen”. Allí acudían tanto los de Mestanza como los de Solana del Pino a celebrar la fiesta hasta que, en la década de 1920, se produjo una disputa entre ambos pueblos. La Virgen se quedó definitivamente en Mestanza y tanto la Vera de la Antigua como su ermita cayeron en el olvido.

        No existen fotografías ni grabados de la vieja Ermita de la Antigua. Tan solo disponemos de la descripción realizada en 1948 por Patricio Martín Albo, párroco de Mestanza. Podemos inferir que se trataba de una sencilla construcción de planta20190418_232536 rectangular levantada sobre un zócalo de sillares y con muros de mampostería. El eje mayor seguía una línea este-oeste, apuntando su cabecera (ábside) hacia oriente. Gracias a esta orientación particular, los rayos de sol de la mañana penetraban por las ventanas absidales, iluminando el altar donde estaba la Virgen. La ermita tendría un techo de madera, un tejado a dos aguas con teja curva y una espadaña con su campana. Está documentada la existencia de “dos grandes pórticos a los lados laterales”, esto es, al norte y al sur. La entrada se situaba en el pórtico sur. Una portada construida en ladrillo con un arco de medio punto guarnecía la puerta de doble hoja. El edificio disponía de una habitación para el santero y de una sacristía donde se guardaban varios objetos de culto. También se conservaba un antiguo retablo, una pila de agua bendita y un baptisterio.

          Todo parece indicar que se trataba de una ermita sobria y muy bella en su sencillez. Pero todo se echó a perder por la desidia. El informe del párroco Martín Albo portadaes desolador. Al llegar a la ermita en 1946 se encontró un pórtico lleno de paja y el otro medio derruido. Las puertas de madera estaban arrancadas de cuajo. El interior de la ermita servía para guardar el ganado y el suelo estaba cubierto de estiércol. La espadaña seguía en pie, pero la campana apareció partida en varios trozos. El informe culpaba a un tal Leandro Juárez, vecino de Solana del Pino, cuyo padre había adquirido la finca a los pocos años de concluir la celebración de la romería. Al parecer, tras expulsar a la última santera, aquel noble santuario pasó a convertirse en un cochambroso redil para el ganado. Fue reconstruida en la década de 1950. Del edificio original, parece que solo se conserva la portada de ladrillo, hoy pintada en un tono rojizo. Es el último vestigio de la antigua ermita.

               En 1926, tras la disputa con Solana del Pino, la romería pasó a celebrarse en “Las Pozas”, dentro de la finca de El Belesar. Los mestanceños se dispusieron a construir una nueva ermita en este sitio, pero según contaban, todo el trabajo realizado durante el día era destruido misteriosamente durante la noche. Hubo dos interpretaciones al respecto. Una era que la Virgen no deseaba tener allí su ermita. Otra explicación, más prosaica, sostenía que el propietario de la finca –un tal Pío Garagorri- ordenaba el derribo de las20190420_200801 obras. Por fortuna, un terrateniente llamado Germán Inza, ofreció su finca de Hato Castillo para la celebración de la romería. Se trataba de un hombre muy devoto de la Virgen y de un apasionado del Valle de Alcudia, del cual dejó escrito: “Su sencillez es lo eterno, lo real, lo sagrado y la elegancia máxima”. En el año 1962 se construyó la nueva ermita de Hato Castillo, en lo alto de un cerro situado en vereda de la Antigua, la misma que conducía a la ermita medieval. Muchos vecinos de Mestanza colaboraron en su construcción. Allí se celebran hoy día las fiestas patronales de la Virgen, que sigue gozando de gran aprecio y devoción por parte de los mestanceños. El sábado se celebra la Misa Mayor seguida de una procesión. El domingo tiene lugar la Romería en los alrededores del santuario. Continúan vigentes aquellas bellas palabras de Germán Inza: “La entrada de la Virgen en el pueblo es apoteósica. Cohetes, tracas, rondas de pólvora. Miles de personas. Entusiasmo. Delirio. ¡Viva la Virgen de la Antigua!”.

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