Es curioso, pero la mayoría de la gente no piensa en sus apellidos. Aunque pasan toda la vida junto a ellos, ignoran su procedencia. Entiendo que esto suceda con los apellidos patronímicos, es decir, aquellos que se derivan de un nombre propio, como Juárez (de Suaro), Núñez (de Nuño), Ramírez (de Ramiro) o Ruiz (de Rui). Son ordinarios –en el buen sentido- y no cuentan nada de tus antepasados. Sin embargo, otros apellidos nos muestran de qué lugar procedían nuestros ancestros, dónde vivían o qué oficio desempeñaban. Incluso si sus vecinos les estimaban por su alegría, bondad, cortesía o clemencia.
En Mestanza son muy comunes los apellidos toponímicos. Tras la expulsión de los musulmanes en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), los castellanos del norte peninsular se asentaron en nuestras tierras. Sus apellidos revelaban el pueblo desde el cual partieron: los Buendía de Cuenca, los Pareja de La Alcarria, los Molina de Guadalajara, los Aranda de Burgos o los Vozmediano de Soria. En menor proporción, también encontramos a los Palomeque de Toledo, los Yagüe de Yanguas -en Soria- y los Gascón, cuyo origen hay que buscarlo en la Gascuña francesa. Ofrece dudas el apellido Bastante, que algunos especialistas hacen proceder del Valle del Baztán, en el país vasco-navarro.
También son muy usuales en nuestro pueblo los apellidos relativos a ciertos oficios antiguos: Calero, que producía y vendía cal; Carrilero, que preparaba los caminos para el paso de los carros; Correal, que curtía la piel de los venados para elaborar vestidos; Gavillero, que amontonaba las gavillas en la siega; Montero, que perseguía la caza en los montes; o Pellitero, que adobaba y vendía las pieles de los animales.
Otros apellidos hacen referencia a ciertas zonas donde vivía la persona o la familia asociadas a los mismos. El apellido Céspedes alude a un lugar cubierto de hierba (del latín caespitem o campo); Navas apunta a una zona sin árboles, quizá pantanosa, situada entre dos montañas, como la Nava de Riofrío; Serna se refiere a una porción de tierra o sembradura; y Vallejo a un pequeño valle o llanura entre montes.
Por último, ciertos apellidos como Clemente destacaban una cualidad positiva de la persona. Podríamos considerar el apellido Hidalgo dentro de este grupo, si bien es probable que aludiera a una familia perteneciente al estamento inferior de la nobleza.
