En el invierno de 1809, toda España estaba en pie de guerra contra el invasor francés. Las tropas napoleónicas habían ocupado la mitad norte de la Península y, tras la toma de Madrid, avanzaban hacia el sur. De la noche a la mañana un pequeño pueblo situado en el Valle de Alcudia, salió del anonimato para convertirse en un eje esencial de resistencia al invasor. Ese pueblo se llamaba Mestanza.
En noviembre, las tropas españolas sufrieron una estrepitosa derrota en la batalla de Ocaña y 12.000 soldados franceses al mando del general Víctor arrollaron al Ejército del Centro y arrinconaron a la Primera División comandada por el brigadier don Francisco Copons en las estribaciones de Sierra Morena. La División estaba compuesta por 4 batallones que tras la derrota de Ocaña habían quedado reducidos a 3.163 hombres. El brigadier Copons envió 2 batallones a San Lorenzo de Calatrava y se quedó con los otros 2 (el de Murcia y el de la Reina) en Mestanza, donde estableció el cuartel general junto a su plana mayor.
Durante varios meses Mestanza se convirtió en la capital de la resistencia. En el diario de operaciones se definió como principal objetivo “impedir al ejército victorioso la invasión de las Andalucías, conquista de la mayor importancia no sólo por la fertilidad del país, sino por ser el lugar donde residía el Gobierno Supremo, de donde dimanaban todas las órdenes y providencias” y sobre todo para evitar la desmoralización que supondría una derrota “no sólo en el resto de la Península, sino también en toda la Europa y en las Américas”.
Pese a que “los pueblos al frente de Mestanza a distancia de 3 o 4 leguas estaban cubiertos de gruesos de caballería francesa”, las tropas españolas pasaron a atacar al enemigo. Cada día, varios destacamentos partían hacia territorio ocupado para hostigarlo, “le incomodaban, dificultaban sus comunicaciones y le obligaban a vivaquear sus cuerpos de flanco”. Entre otras hazañas, el 17 de enero de 1810 sorprendieron en Almodóvar a 80 artilleros franceses a caballo y, tras matar a un buen número de ellos, regresaron al pueblo con decenas de prisioneros.
Los franceses, ante el cariz que tomaron los acontecimientos, decidieron rodear Mestanza por todos los flancos. El día 20 de enero “los enemigos habían forzado y penetrado el Puerto del Rey” de forma que “al ser Mestanza el punto más saliente de la sierra y ocupado el Valle de Alcudia por una división francesa, se hallaba desbordada por derecha e izquierda, y sin más retirada que unos senderos intransitables, y aún era muy de temer que los enemigos ocupasen el lugar del Hoyo”.
A fin de evitar un cerco, las tropas españolas salieron de Mestanza esa misma noche y comenzaron una penosa retirada hacia Andalucía. El diario de operaciones es explícito: “En esta marcha de 7 leguas, sufrió la tropa las incomodidades que se pueden reunir, casi desnudas, descalzas, y sin cesar de nevar, atravesando un país montaraz andando por sendas, teniendo que pasar continuamente arroyos crecidos y altas montañas”. En la primera jornada cubrieron un trayecto de 3 leguas hasta Solana del Pino y otras 4 leguas más hasta Fuencaliente. Desde allí prosiguieron su marcha durante 20 días hasta llegar a Lepe, donde embarcaron hacia Cádiz.
El genio militar del brigadier Copons logró que su División se salvase sin sufrir ni una sola pérdida. Una vez llegados a la plaza gaditana, reunió a sus tropas y les dirigió la siguiente arenga:
“Soldados: no tuve la suerte de que los puntos de San Lorenzo y Mestanza que defendíamos fueran atacados, porque estoy cierto que con el valor y obediencia que reunís, hubieran sido rechazados los enemigos”.
(Publicado en el Catálogo de Fiestas de 2014)