Los panaderos de Mestanza

            La invención del pan es uno de los grandes logros de la humanidad. Conseguir un alimento normal a partir de plantas es un trabajo difícil. El trigo es inútil como OLYMPUS DIGITAL CAMERAalimento hasta que se convierte en algo mucho más complejo como el pan. Y eso requiere mucho esfuerzo. Hay que separar el grano y molerlo hasta convertirlo en harina. Luego mezclar esa harina con levadura, agua y sal para formar la masa. Después hay que trabajar la masa para que adquiera una determinada consistencia. Finalmente debe hornearse con precisión y cuidado. Cualquier alteración puede dar al traste con todo el proceso.

            La tradición panadera de mi familia se remonta a 1929. Aquel año murió mi bisabuelo Canuto Montero (n. 1876) a resultas de la silicosis contraída en las minas de plomo. Su muerte dejó en un desamparo absoluto a su mujer Francisca Buendía (n. 1879), a sus cuatro hijas –Engracia, Brígida, Juana y Alvarita- y a su hijo Canuto, el más pequeño. Para sacar adelante a la familia, los hermanos de Francisca, Manuel y Acisclo, que eran albañiles, le construyeron un horno en su casa de la calle del Charco. Desde entonces, mi bisabuela sería conocida como Quica La Hornera.

            Para calentar el horno hacía falta mucha leña de encina. En los primeros años la compraban a dos reales la carga, pero cuando Canuto creció, la recogía él mismo concasa el carro de un vecino. Cada día, dos mujeres del pueblo iban a la casa de Quica con su harina y levadura. Era una harina poco cernida que amasaban en la artesa hasta llenar un tablero. Quica y sus hijas cocían el pan muy temprano. Una cochura diaria de hogazas de cuatro libras. De una fanega de trigo salían unos treinta panes. Hogazas redondas de miga prieta y gruesa corteza sobre la que se trazaba el signo de la cruz. Mi padre aún recuerda aquel olor a pan reciente que flotaba por la calle del Charco. Al amanecer, los pastores llenaban sus costales con docenas de hogazas para pasar largas temporadas en el campo. Los arrieros les daban pan con vino a las mulas y metían en su zurrón media hogaza y un par de torreznos. En 1962 murió Quica La Hornera, cuando estaba a punto de cumplir 83 años. Antes de morir, mi bisabuela expresó su deseo de ser enterrada junto a su hermano Acisclo, que había fallecido en 1945. Nunca olvidó que fue aquel horno construido por su hermano el que salvó a su familia.

 

         Con el correr de los años llegó savia nueva al negocio. Engracia, una de las hijas de Quica, se casó con José Rosa Ruiz. Era un hombre emprendedor que había sido josé rosamolinero desde muy joven. Al principio montó su propia panadería en el horno de su suegra, pero después se trasladó a un local más amplio en la calle Real, al lado del bar La Chencha. Junto a José Rosa trabajaba su yerno Graciano, primero recogiendo leña y luego haciendo pan. El negocio prosperó rápidamente. En aquellos tiempos el pan era un alimento esencial. Para muchos vecinos, el pan no era tan solo un acompañamiento importante para la comida, sino que era la comida. En el último tercio del siglo XX cogieron las riendas de la panadería Celestino, hermano de José Rosa, y su hijo José María. No sería justo olvidar a sus mujeres –María y Magdalena-. Con ellos llegó una cierta mecanización: una amasadora eléctrica, una pesadora, un horno de gas giratorio.

            Hoy día, la estirpe de panaderos pervive en David, un hijo de José María. Su mujer Mari Luz y él regentan la panadería de Mestanza. Gracias a ellos seguimos disfrutando del pan moreno. Un pan de miga hueca al que dan tres cortes en forma de triángulo antes de meterlo en el horno. Hay quien todavía lo llama por su antiguo y poético nombre: “pan de cogote de zorro”.

david

FOTOGRAFÍAS

Foto 1: Mi bisabuela Quica La Hornera (sentada).

Foto 2: Casa-tahona de Quica La Hornera.

Fotos 3 y 4: Sepultura de Acisclo Buendía y su hermana Quica La Hornera.

Foto 5: José Rosa Ruiz en la mili. Fotografía del blog Dextrangis.

Foto 6: Mari Luz y David, panaderos de Mestanza. Fotografía de Ibán Yarza.

 

FUENTES

http://extrangis.blogspot.com/2017/10/panaderos-en-la-familia-de-mestanza.html

Ibán Yarza. Pan de pueblo: Recetas e historias de los panes y panaderías de España. Grijalbo. 2017.

6 opiniones en “Los panaderos de Mestanza”

  1. A cambio de la foto de José Rosa, me gustaría me enviaras la de la abuela Quica. Una entrada interesante, como siempre

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  2. Entiendo que soy un vecino tuyo, pero a este lado sur de Sierra Morena, en la provincia de Jaén. De casualidad he dado con tu blog y ¡¡¡me encanta!!! Aunque iré devorando entrada a entrada, te he comentado ésta por la larga tradición panadera de mi familia, que al menos se remonta al siglo XIX. El pan que mencionas, cortado en cruz, por aquí se llamaba «bobo», y el que sostienen David y Mari Luz de «tres cortes», el mejor para echarte un cucharro. Saludos desde el sur!!!

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